La Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (CONABIP) es un organismo nacional dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, cuyo objetivo es el apoyo, fomento y promoción de las bibliotecas populares.
Son asociaciones civiles autogestionadas por vecinos de una comunidad que abren espacios de vínculo cercano con el otro, con la educación y con la cultura local. Son apartidarías, de funcionamiento horizontal y democrático, y hace más de 130 años promueven en nuestro país el encuentro con lo popular. Actualmente, hay en la Argentina más de dos mil Bibliotecas populares, donde trabajan veintiocho mil voluntarios para "la educación permanente del pueblo".
Las actividades que realizan exceden el préstamo de libros: fomentan la lectura, el acceso a la información y los derechos ciudadanos, convocan a la participación activa e inserción social, promueven la investigación, la consulta y realizan talleres culturales. Actúan como sede de reuniones de asociaciones vecinales, brindan charlas informativas y reciben a partidos políticos para el acercamiento entre representantes y representados.
Estas organizaciones de base se ubican donde pueden, usan habitaciones de centros comunitarios, alquilan locales barriales, recuperan estaciones de tren. Y, además, se mueven para tender lazos con "otros" lejanos: ofrecen libros para leer en los micros de larga distancia, en salas de espera de centros de salud, en hospitales y en centros penitenciarios.
Las BP no son bibliotecas públicas, pero el estado las protege y fomenta.
Están al amparo de la ley que las promueve y les otorga presupuesto a través de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip). Los programas actuales de fortalecimiento incluyen capacitaciones, inserción de becarios remunerados de la carrera de Bibliotecología, incentivos para la lectura, creación de centros de información al ciudadano, compra de libros y compra de vehículos para bibliotecas ambulantes.
"Apoyar la autogestión de las Bibliotecas Populares tiene que ver con el respeto por la autonomía de estas organizaciones, tanto en su identidad, en la elección de su dirigencia y en su crecimiento institucional, como en la relación con su entorno comunitario", explica María del Carmen Bianchi, presidenta de la Comisión.
La Biblioteca Popular Sarmiento esta ubicada hace 90 años en Valentín Alsina. Tiene ochocientos socios que pagan diez pesos por mes para el auto sostenimiento de este espacio. A cambio de esa cuota obtienen el servicio de préstamos de libros y acceden gratuitamente a talleres culturales. Además, cuentan con un observatorio astronómico para aficionados. Gabriela Woods, una de sus coordinadoras, cuenta que se establecen cursos según la demanda de la comunidad. Además, dice que desde la BP generan actividades en las plazas para promoción de la lectura con un carro que hace poco tiempo obtuvieron para estos fines. "Los chicos elijen lo que tienen ganas de leer, buscan sus propias historias", comenta.
En Martínez funciona desde 1913 la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia. Esta asociación creció con el pueblo que juntó libros y muebles. Héctor Arias, uno de los vecinos, cuenta que la biblioteca nació en una barbería. Los vecinos de esa época, quinteros, carpinteros, albañiles, imprenteros, se acercaban a este sitio ubicado en la peluquería, en ese entonces barbería que cortaba pelo y barba. Anarquistas, socialistas y sindicatos obreros crearon y utilizaron este espacio para "las veladas de estudio después del trabajo". Arias cuenta que en el primer estatuto se puede leer que la BP fue creada para ayudar a los estudiantes de la clase obrera. Hoy cuentan con setenta mil libros y un teatro en el subsuelo. Tienen mil socios y trescientos vitalicios. Además, becan a quienes no pueden pagar la cuota.
Brindan talleres culturales y abren espacios para charlas de organizaciones vecinales independientes y partidos políticos, y reciben a los jardines y escuelas. Héctor Arias cree que "hoy la gente lee más, pero que la lectura no sólo pasa por los libros y considera que los procesos de inserción de las nuevas tecnologías son de aplicación lenta, aunque necesarios porque posibilitan la orientación en la búsqueda de material".
Cuando el edificio Warnes de la Ciudad de Buenos Aires fue demolido, las familias que vivían allí fueron trasladadas al barrio Ramón Carrillo. Hoy, 30 años después, la mayoría de sus habitantes son cartoneros o desocupados, carecen de agua potable y están en estado de emergencia habitacional. Nora Nasta es una de las creadoras de la Biblioteca Popular Por Caminos de Libros y Solidaridad, que funciona en una habitación del Centro Comunitario de ese barrio. Nasta cuenta que asisten a la BP más de ochenta jóvenes por día, "los pibes hacen los deberes de la escuela aquí porque no tienen espacio en sus casas -dice-, esto ayuda a que no fracasen y abandonen los estudios. La lectura es una nueva oportunidad de pensamiento, ayuda a destronar la 'profecía auto cumplida', ya que los primeros sostenedores de los estigmas son ellos mismos; promover la lectura sostenida desarma estos procesos de exclusión".
De esta manera, estos espacios populares para los libros, también son espacios para albergar y promover ideas que se transforman ahí en ideas para el pueblo. Trascienden el tiempo del individuo y perduran en el tiempo de la historia para beneficio de las nuevas generaciones. En las Bibliotecas Populares las personas se acercan mutuamente en conocimientos y desconocimientos que enriquecen los saberes y el encuentro.
130 años de Historia
La idea originaria la tuvo Sarmiento hace ciento treinta años cuando promulgó la Ley 419 conformando la Comisión Protectora. A principios del siglo XX; las bibliotecas populares se expandieron por el trabajo que llevaron adelante socialistas y anarquistas para la educación de la clase obrera y sectores más desfavorecidos. De esta manera, estos movimientos políticos fueron protagonistas una vez más de aquellos logros sociales que hoy resultan naturales. La historia de las BP es un relato entrecortado de promulgación y derogación de leyes, que las incluyeron y excluyeron del amparo del Derecho, según las interrupciones de la vida democrática del país. Las consecuencias de estos vaivenes fueron el incremento o disminución de la cantidad de BP según el momento histórico. Recién el 23 de septiembre de 1986, luego de un largo período de estancamiento y persecuciones de las BP por parte de la dictadura militar, en el gobierno de Alfonsín y por unanimidad de legisladores, se establece la Ley 23.351 que reemplaza a la 419 y se conforma la Conabip hoy dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación. Ese día, se instala como Día de las Bibliotecas Populares.
Fuente: Perfil
Más información. www.perfil.com
BIBLIOTECAS POPULARES
Son asociaciones civiles autogestionadas por vecinos de una comunidad que abren espacios de vínculo cercano con el otro, con la educación y con la cultura local. Son apartidarías, de funcionamiento horizontal y democrático, y hace más de 130 años promueven en nuestro país el encuentro con lo popular. Actualmente, hay en la Argentina más de dos mil Bibliotecas populares, donde trabajan veintiocho mil voluntarios para "la educación permanente del pueblo".
Las actividades que realizan exceden el préstamo de libros: fomentan la lectura, el acceso a la información y los derechos ciudadanos, convocan a la participación activa e inserción social, promueven la investigación, la consulta y realizan talleres culturales. Actúan como sede de reuniones de asociaciones vecinales, brindan charlas informativas y reciben a partidos políticos para el acercamiento entre representantes y representados.
Estas organizaciones de base se ubican donde pueden, usan habitaciones de centros comunitarios, alquilan locales barriales, recuperan estaciones de tren. Y, además, se mueven para tender lazos con "otros" lejanos: ofrecen libros para leer en los micros de larga distancia, en salas de espera de centros de salud, en hospitales y en centros penitenciarios.
Las BP no son bibliotecas públicas, pero el estado las protege y fomenta.
Están al amparo de la ley que las promueve y les otorga presupuesto a través de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip). Los programas actuales de fortalecimiento incluyen capacitaciones, inserción de becarios remunerados de la carrera de Bibliotecología, incentivos para la lectura, creación de centros de información al ciudadano, compra de libros y compra de vehículos para bibliotecas ambulantes.
"Apoyar la autogestión de las Bibliotecas Populares tiene que ver con el respeto por la autonomía de estas organizaciones, tanto en su identidad, en la elección de su dirigencia y en su crecimiento institucional, como en la relación con su entorno comunitario", explica María del Carmen Bianchi, presidenta de la Comisión.
La Biblioteca Popular Sarmiento esta ubicada hace 90 años en Valentín Alsina. Tiene ochocientos socios que pagan diez pesos por mes para el auto sostenimiento de este espacio. A cambio de esa cuota obtienen el servicio de préstamos de libros y acceden gratuitamente a talleres culturales. Además, cuentan con un observatorio astronómico para aficionados. Gabriela Woods, una de sus coordinadoras, cuenta que se establecen cursos según la demanda de la comunidad. Además, dice que desde la BP generan actividades en las plazas para promoción de la lectura con un carro que hace poco tiempo obtuvieron para estos fines. "Los chicos elijen lo que tienen ganas de leer, buscan sus propias historias", comenta.
En Martínez funciona desde 1913 la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia. Esta asociación creció con el pueblo que juntó libros y muebles. Héctor Arias, uno de los vecinos, cuenta que la biblioteca nació en una barbería. Los vecinos de esa época, quinteros, carpinteros, albañiles, imprenteros, se acercaban a este sitio ubicado en la peluquería, en ese entonces barbería que cortaba pelo y barba. Anarquistas, socialistas y sindicatos obreros crearon y utilizaron este espacio para "las veladas de estudio después del trabajo". Arias cuenta que en el primer estatuto se puede leer que la BP fue creada para ayudar a los estudiantes de la clase obrera. Hoy cuentan con setenta mil libros y un teatro en el subsuelo. Tienen mil socios y trescientos vitalicios. Además, becan a quienes no pueden pagar la cuota.
Brindan talleres culturales y abren espacios para charlas de organizaciones vecinales independientes y partidos políticos, y reciben a los jardines y escuelas. Héctor Arias cree que "hoy la gente lee más, pero que la lectura no sólo pasa por los libros y considera que los procesos de inserción de las nuevas tecnologías son de aplicación lenta, aunque necesarios porque posibilitan la orientación en la búsqueda de material".
Cuando el edificio Warnes de la Ciudad de Buenos Aires fue demolido, las familias que vivían allí fueron trasladadas al barrio Ramón Carrillo. Hoy, 30 años después, la mayoría de sus habitantes son cartoneros o desocupados, carecen de agua potable y están en estado de emergencia habitacional. Nora Nasta es una de las creadoras de la Biblioteca Popular Por Caminos de Libros y Solidaridad, que funciona en una habitación del Centro Comunitario de ese barrio. Nasta cuenta que asisten a la BP más de ochenta jóvenes por día, "los pibes hacen los deberes de la escuela aquí porque no tienen espacio en sus casas -dice-, esto ayuda a que no fracasen y abandonen los estudios. La lectura es una nueva oportunidad de pensamiento, ayuda a destronar la 'profecía auto cumplida', ya que los primeros sostenedores de los estigmas son ellos mismos; promover la lectura sostenida desarma estos procesos de exclusión".
De esta manera, estos espacios populares para los libros, también son espacios para albergar y promover ideas que se transforman ahí en ideas para el pueblo. Trascienden el tiempo del individuo y perduran en el tiempo de la historia para beneficio de las nuevas generaciones. En las Bibliotecas Populares las personas se acercan mutuamente en conocimientos y desconocimientos que enriquecen los saberes y el encuentro.
130 años de Historia
La idea originaria la tuvo Sarmiento hace ciento treinta años cuando promulgó la Ley 419 conformando la Comisión Protectora. A principios del siglo XX; las bibliotecas populares se expandieron por el trabajo que llevaron adelante socialistas y anarquistas para la educación de la clase obrera y sectores más desfavorecidos. De esta manera, estos movimientos políticos fueron protagonistas una vez más de aquellos logros sociales que hoy resultan naturales. La historia de las BP es un relato entrecortado de promulgación y derogación de leyes, que las incluyeron y excluyeron del amparo del Derecho, según las interrupciones de la vida democrática del país. Las consecuencias de estos vaivenes fueron el incremento o disminución de la cantidad de BP según el momento histórico. Recién el 23 de septiembre de 1986, luego de un largo período de estancamiento y persecuciones de las BP por parte de la dictadura militar, en el gobierno de Alfonsín y por unanimidad de legisladores, se establece la Ley 23.351 que reemplaza a la 419 y se conforma la Conabip hoy dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación. Ese día, se instala como Día de las Bibliotecas Populares.
Fuente: Perfil
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